miércoles, 27 de enero de 2016

Mani confitado, ¡el celoso!

No hay nada más rico que comer un puñado de maní confitado recién salido de la paila. En casi todo el mundo se le conoce como praliné y los hay también de avellanas, almendras o nueces, pero estos últimos son más utilizados en la pastelería fina para rellenos o decoración de postres. En España y algunos países de Sudamérica lo llaman "garrapiñada".

Su primer nombre fue "prasline" y el que lo preparó por primera vez fue el soldado y cocinero Clement Lassagne, el mismo que trabajaba para el mariscal y diplomático francés Caesar duc de Choiseul, más conocido como Conde de Plessis-Praslin.

La hermosa hija del duque, María Virginie, no encontraba pretendiente alguno y ya con casi cuarenta años, solo un hombre la amaba en silencio: el soldado y cocinero Clement Lassagne, quien para estar cerca de la mujer de sus sueños, preparaba esta delicia, la misma que todas las tardes agasajaba la mesa de María Virginie. El padre de tan apreciada dama se dio cuenta de las intenciones del soldado y cocinero y teniendo en cuenta la diferencia de las clases sociales, decide prescindir de los servicios de tan osado galante.

Lassagne decide abrir una confitería (1670) denominada Maison de la Praline, que se encuentra a 110 km de París en la villa de Montargis, local que hasta el día de hoy existe.


Pero luego de esta pequeña introducción, debo decir que esta delicia, pues lo es para mí, el sólo percibir el olor del maní calentándose en la cocina, sólo hace viajar a mi memoria y buscar los recuerdos de mi infancia, pues sí, desde muy pequeña mi madre lo prepara con una dedicación única, pues he probado  maní confitado en otros lugares (carretillas o vendedores ambulantes), pero no hay como el sabor casero y dicho sea de paso no he probado otro, y me refiero al casero, vaya que me cautiva ver como se va despegando de la olla el caramelo y éste se ve abrigando a cada grano de maní, pero esa etapa es casi imposible de verla, y es que mi madre dice que es una preparación muy celosa, sí, no estoy diciendo un disparate, yo lo he comprobado, ahora la explicación científica no la se, sólo puedo decir que si mi madre está con dolor de cabeza, no hay buen resultado, se quema, y se quema, y más aún pues ya lo ha preparado en mi casa con mis ollas y cucharones de madrea antes y le ha salido perfecto, pero si está con malestar ni hablar, adiós dulces. Pero lo que si me sorprendió es lo que ocurrió la semana pasada, casi una semana atrás, inicio el proceso colocando medidas iguales de agua, azúcar y maní, y lo deja cocinar por un buen rato, incluso lo deja hasta hervir y luego procedió a mover con el cucharón para que vaya tomando punto, pero en esa ocasión pasó algo inusual mi madre y yo nos enfrescamos en una amena conversación, aunque a decir verdad el contenido del tema no era del todo agradable y no lo digo porque discutía con mamá, para nada, todo lo contrario tratábamos de encontrar la razón a algo que ahora puedo decir es perder parte de nuestra energía, pero en fín, en el momento de la conversación ambas nos encontrábamos cerca, es decir en la cocina y de pronto ella tomó el cucharón para realizar el amasado, y aparentemente todo estaba bien, pero al parecer por continuar conversando mientras hacía el movimiento ondulante la preparación se enojó y se quemó, y si que lo hizo, la casa se llenó de un neblina y el olor de ese ¼ de maní quemándose junto con el azúcar, y entonces mi mamá dijo, es que dicen que esta preparación es celosa, sólo atiné a reirme, pero no por burla, sino de mi asombro, ya que era la segunda razón por la que el maní confitado se puede estropear. Y bueno me quedé con las ganas, y mi boca ya no se derritió, jajajajajaja.